Castilla la común, 51

 


 Se quejan algunos españoles de la España “vaciseca” porque ellos no se pueden presentar a las oposiciones que se convocan en las comunidades con lengua propia, donde el conocimiento de dicha lengua es una condición sine que non para acceder a la función pública. Como supuestamente no tienen lengua propia y hablan solo la del Boletín Oficial del Estado, están en desventaja frente a los ciudadanos de otros territorios, que dominan los dos idiomas cooficiales. Invocan indignados la libertad de moverse adonde les plazca y la igualdad de oportunidades; obvian la fraternidad porque la cosa no va de ser hermanos de nadie, sino cuñados a lo sumo. Pues bien, a esta muchedumbre de desvalidos lingüísticos yo les enmendaría la plana con las siguientes advertencias o exhortaciones.
La primera es que si por gusto o necesidad van a instalarse en una comunidad de habla catalana o gallega, estudien sus lenguas respectivas por gusto u obligación, como ellos hacen con la nuestra; perdón, con la de todos.
Si van a mudarse al País Vasco, la mismo, pero hincando los codos con más ahínco, que falta les hará.
Si piensan que las lenguas no deberían ser vallas, muros o alambradas para protegerse de invasiones foráneas, que no reciban a golpes de gramática y diccionario a las persona que vienen  desde otros países a trabajar aquí y contribuir al bien común.
Si están deprimidos porque supuestamente carecen de lengua propia y, en consecuencia, de historia y literatura propias, que no se las inventen, porque sería peor el remedio que la enfermedad.
Que no pretendan ser más españoles porque solo hablan “español” y solo se sienten “españoles”; y asuman que, con tal estrechez de miras, lo son menos.
Que si son castellanos, recuerden el dicho de que nadie es más que nadie en Castilla y lo apliquen al conjunto de España; que sean castellanos además de sorianos, leoneses, segovianos, madrileños o manchegos; y que sean españoles, pero no vacíos ni secos.
Que si son castellanos reivindiquen su derecho a ser castellanos y defiendan el derecho de los demás pueblos de España a ser catalanes, andaluces, gallegos, canarios o lo que fueren.
Que dejen a los niños de Lleida estudiar en catalán y a los niños de Madrid, en castellano, en vez de empeñarse en que hablen inglés desde la cuna.
Que defiendan, en fin, el castellano de los sedicentes defensores del español y  de la unidad de España.

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