Constructores y destructores de bibliotecas

 


  En la noche del 25 al 26 de agosto de 1992, Vijećnica, el edificio de estilo morisco español que albergaba la Biblioteca Nacional de Bosnia y Herzegovina, fue bombardeado desde posiciones del Ejército de la República Serbia, cuyo jefe de Estado Mayor era el criminal de guerra Ratko Mladić. La quema de libros no precedió  en este caso a la quema de personas, como advirtiera el poeta Heinrich Heine, sino que fueron de la mano. El asedio de Sarajevo se había iniciado en abril de 1992 y duró hasta febrero de 1996, provocando más de 12.000 muertos, la mayoría civiles. La Guerra de los Diez Días en Eslovenia y la Guerra de Secesión de Croacia, que estallaron en 1991, habían prendido la mecha de la voladura del estado socialista yugoslavo. Tres años después del incendio de la Vijećnica, más de 8.000 personas fueron masacradas en  Srebrenica por el mismo bando que había devastado la biblioteca. Lloramos la pérdida de los libros y nos conmueve la imagen del violoncelista Vedran Smailović tocando entre las ruinas, pero viendo a tanto hombre que pasa con un pan al hombro en medio de tanta matanza, nos preguntamos como César Vallejo: Alguien limpia un fusil en su cocina / ¿Con qué valor hablar del más allá? Circula la historia de que el ideólogo del ataque fue un sabio eminente, experto en la obra literaria de Shakespeare, llamado Nikola Koljevic, que militaba en el partido nacionalista de Radovan Karadzic; el cual, por cierto, además de psiquiatra tenía también su pizca de poeta. Gente de letras, en fin.
Ardieron cerca de un millón y medio de libros. La reconstrucción de la biblioteca empezó en 1996 con el apoyo del gobierno austriaco y se prolongó hasta 2014, financiada en parte por la Unión Europea y el emirato de Catar. El 9 de mayo de ese año, la Biblioteca Nacional y Universitaria de Bosnia y Herzegovina reabrió sus puertas a los lectores.


Lo que no suelen recordar algunos amantes de la cultura es que la fundación de la biblioteca data de 1945. Si bien la  Vijećnica es de 1896, el edificio que imita al alcázar de Sevilla fue primero sede del ayuntamiento de Sarajevo hasta que el régimen comunista yugoslavo creó la biblioteca y la estableció allí. Entre 1941 y 1944, Bosnia había estado anexionada al estado fascista croata. En 1945 los partisanos del Frente Popular de Yugoslavia proclamaron la república federal popular, en la que se integró Bosnia. Pues bien: aquella Yugoslavia de partido único, federalista y marxista-leninista, fue la artífice de la llorada biblioteca. La fundó un gobierno comunista, en  un país asolado por la guerra que acababa de perder a más de un millón de personas; le prendieron fuego hordas sanguinarias de supuestos luchadores por la libertad de sus naciones, sus lenguas, sus religiones y, cómo no, sus negocios.


El heroico nacimiento de la Biblioteca de Sarajevo, en la Europa de la posguerra mundial, bien merece un recuerdo el Día de las Bibliotecas y un concierto de la orquesta filarmónica.

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